Cuevas de Ajanta y Ellora

El gran motivo que tuvimos para volar a Bombay,  y elegir comenzar el viaje por la región de Maharastra, y plantarnos en Aurangabad, fue el deseo de visitar las (poco) famosas cuevas de Ajanta y Ellora, dos Patrimonios de la Humanidad muy poco frecuentados por el turismo debido a su difícil acceso y la falta de infraestructura en sus alrededores.

 

 

 

 

 

El primer yacimiento que visitamos fue Ajanta, distante unos 100 kilómetros de la ciudad. Ya nos habían advertido de que el camino de acceso era malísimo, pero nada nos podía haber preparado para las incomodidades del viaje. El martes por la mañana nos fuimos cargados de ilusión y energía al terminal central de buses, donde cogimos un bus público que bien podría acompañar la definición de “destartalado” de cualquier diccionario. Para peor, ante la cantidad de gente que se subió al bus, nos vimos obligados a compartir un asiento que en principio es para dos personas… y así estuvimos tres horas dando tumbos cada vez que el bus caía en un hoyo o por la calamina del camino.

 

 

 

 

 

A pesar del cansancio y el cabreo, y del calor agobiante que nos derretía el cerebro, la impresionante primera visión de las cuevas nos devolvió la sonrisa. Organizadas sobre la pared vertical de una garganta semicircular, las 30 cuevas de Ajanta están excavadas directamente sobre la roca. Por su virtuosismo, calidad y variedad, los historiadores coinciden en que estas cuevas  albergan el mejor conjunto de pinturas budistas de la India.

 

 

 

 

 

Al observar esta obra monumental, resulta sobrecogedor imaginar como fue posible que hace dos mil años el ser humano fuese capaz de llevar a cabo una tarea tan titánica como ésta. Solo el “vaciado”  de la roca madre ya conlleva un trabajo inhumano, más cuando se piensa en los medios que se tuvieron para llevar a cabo el trabajo. Pero es que además, en su interior, las paredes están decoradas a rebosar de figuras esculpidas, de columnas ornamentadas, y de grandes esculturas que representan a las distintas versiones de Buda. Una auténtica maravilla hecha por el hombre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las cuevas datan sobre todo de los siglos II y I a.C., aunque hay algunas pocas que fueron acabadas en el siglo V. En su interior, las pinturas representan la historia de Buda y los cuentos Jataka (vidas anteriores de Buda), narrados en enormes y densas composiciones que muestran la vida de la ciudad, la corte y el bosque de entonces.

Para poder pintar sobre la roca, primero los artistas cubrían las paredes con una capa de cal y, sobre ésta, se trazaba la silueta del dibujo con “cinabrio” rojo. Luego los artistas utilizaban un aglutinante y pigmentos como el lapislázuli para el color azul, la glauconita para el verde, el hollín para el negro, el ocre para el amarillo y el caolín para el blanco. Finalmente, pulían los murales con una piedra suave. En el piso de las cuevas aún se encuentran pequeños orificios, a modo de vasijas, en los cuales los artistas mezclaban los colores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aunque es imposible verlas todas, sí que visitamos las más importantes y nos dejamos los pies caminando… disfrutamos mucho de este día, pues además tuvimos la suerte de estar prácticamente solos ( en relación a turistas extranjeros), lo que nos permitió conectar más y mejor con el lugar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, al terminar la visita, nos enfrentamos a la cruda realidad de tener que regresar por el mismo camino por el que habíamos venido y someternos a la misma tortura de los saltos y apretujones. Aunque tuvimos la suerte de encontrar asientos para todos, éstos quedaban en la parte posterior del bus, así que los saltos se sentían peor que a la venida. Con todo, llegamos de vuelta a Aurangabad muy entrada la noche, y completamente rotos de cansancio y de hambre…

Al día siguiente, el miércoles, amanecimos molidos y muy tarde, y con la tarea de visitar las cuevas de Ellora. A pesar de que éstas están a solo 30 kilómetros de Aurangabad, y de que nos comentaron que el camino estaba nuevo, decidimos “sabiamente” alquilar un rickshaw para que nos llevara y trajera, y nos diese la libertad de parar cuando quisiésemos. A modo informativo, el señor Sheik, el conductor del rickshaw, nos cobró el equivalente a 8 euros por llevarnos y pasar con nosotros un total de 8 horas…así de barato puede llegar a ser India.

 

 

 

 

 

Antes de llegar a las cuevas paramos a visitar una fortaleza del siglo XIII, llamada Daulagat, que comienza en el plano y termina en la cima de una gran roca de paredes verticales que servían para delimitar los pozos que protegían la residencia real. El sol abrasaba pero nos animamos a subir, en parte porque parte del camino transcurría por pasadizos interiores cuyos techos estaban completamente cubiertos de murciélagos… el fuerte olor a caca y el ruido tan característico que hacían sobre nuestras cabezas nos impulsó a subir más deprisa de lo aconsejable, y llegamos arriba de todo totalmente cubiertos de sudor. Aunque fue divertido, y las vistas al fértil campo de los alrededores valía la pena, esa tarde terminamos pagando este esfuerzo bajo el sol.

 

 

 

 

 

La llegada a Ellora nos dejó claro que este lugar es mucho más visitado que Ajanta, tal vez por su cercanía a Aurangabad, por el buen estado del camino, y también porque  un tercio de las 33 cuevas son hinduistas. Así que esta visita la hicimos entre un mar de gente, y muchas interrupciones para hacernos “selfies” con los locales, que están totalmente abducidos por los teléfonos móviles.

 

 

 

 

Entre las 16 cuevas dedicadas a deidades hinduistas, hay una que destaca por el tamaño descomunal de la obra, que vació una ladera entera de roca para dar forma a un templo enorme que resulta difícil de describir por la complejidad de su diseño. A modo de ejemplo, se puede mencionar que existe una galería cubierta inmersa en la roca madre y repleta de figuras religiosas esculpidas, que rodea todo el perímetro del templo permitiendo admirar tres de sus costados.

 

 

 

 

 

Este templo, dedicado al dios Shiva, fue construido alrededor del año 750 (se tardaron unos 10 años en acabarlo), y por su tamaño y calidad de sus esculturas, no tiene rival entre el resto de cuevas de Ellora, y probablemente del mundo. Demostrando que antes existía una tolerancia mucho mayor entre las distintas religiones, que les permitía convivir en armonía, la zona cuenta con 12 cuevas budistas, la mayor parte diseñadas como monasterios y un par como templos de oración. Pero, aunque fueron construidas después de las cuevas de Ajanta, y no somos ningunos expertos en la materia, a nosotros nos pareció que no llegaban a alcanzar la espectacularidad ni calidad de éstas.

 

 

 

 

 

Por último, como muestra de la convivencia de credos que existe y ha existido en India, otras 4 cuevas fueron excavadas para albergar templos y monasterios Jainistas, una religión cuyo origen es contemporáneo al Budismo (siglo VI a.C.) y que en India cuenta con unos 4 millones de seguidores, todos vegetarianos estrictos y acérrimos defensores de la vida de todo ser vivo, hasta del insecto más pequeño. Aunque son menos espectaculares que las cuevas hindúes o budistas, fue interesante el visitarlas y conocer algo de la historia de esta religión, su filosofía e iconografía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante los dos días que visitamos Ajanta y Ellora no pudimos dejar de recordarnos de las iglesias de Lalibela que visitamos el año pasado, pues el paralelismo es evidente. Aquellas fueron construidas como lugar de oración para los cristianos de Etiopía, mientras que las de India lo fueron para adorar a otras tres deidades distintas. Y, aunque no tenemos el conocimiento, ni el criterio para decir cuales tienen más calidad o méritos en su construcción, lo cierto es que, al igual que en Lalibela, volvimos a sentirnos sobrecogidos ante la envergadura de la hazaña arquitectónica alcanzada en estas cuevas.

 

 

 

 

 

Terminadas las visitas, ya estuvimos listos para retomar la carretera y dirigirnos al siguiente destino de la bitácora de viaje… más en la próxima entrada!

Abrazos de los patiperros!

Michel

6 comentarios sobre “Cuevas de Ajanta y Ellora

  1. Queridos…el cansancio, el calor y el viaje encomodo pero la belleza de los lugares merecia este camino agotador…
    Las fotos dejan sin habla, imagino lo bonito estar alli’!!!!
    Mil besos y mucho cariño a los maravillosos patiperros… os quiero muuuuchoooooo😘

    • Linda!!!!
      Gracias por tu cariño…en el camino has cumplido años, maravillosos años que has sabido bien vivir!
      Te queremos mucho muchito, y lo sabes!

    • Vero querida!
      Qué maravilla verte sentada en Valdivia y disfrutando de este lugar tan diferente…me encanta!
      Gracias por acompañarnos!
      Besitos indios!

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