La ciudad santa de Ujjain

Ujjain es una ciudad completamente desconocida para los extranjeros que se plantean viajar a India, si bien para los hindúes es uno de los principales centros de peregrinaje de su país. Así que, cuando nos pusimos a delinear el viaje de este verano, siempre sentimos curiosidad por visitar Ujjain y descubrir qué hacía tan especial a esta ciudad.

Llegar hasta Ujjain no era fácil viniendo desde Aurangabad, porque se trata de dos ciudades más bien pequeñas, fuera de la línea principal de ferrocarriles de la India, y además situadas en dos estados distintos… así que la mejor alternativa que encontramos fue coger un autobús nocturno a Indore, una ciudad grande del estado de Madhya Pradesh (a 450 kilómetros), y de ahí tomar un autobús público hasta Ujjain, distante a otros 55 kilómetros.  

Viajar en un autobús nocturno nunca nos hizo mucha gracia, a. sabiendas de que, por mucho que nos prometieran unas camas cómodas para dormir, los baches, las frenadas y bocinazos no nos dejarían descansar… y lamentablemente, no nos equivocamos ni un poco L. Sin embargo, a pesar de pasar una muy mala noche, nos reímos mucho al vernos metidos en unos verdaderos nichos, de apenas un metro de altura, donde quedamos confinados durante el viaje… todo es experiencia y en India nunca dejas de sorprenderte de las cosas que ves!

Al final llegamos a Ujjain, más cansados de lo que nos hubiera gustado, pero ansiosos de conocer la ciudad… lo que encontramos fue una ciudad atestada de peregrinos, pero sin ningún tipo de servicios para los “guiris”, es decir, para los turistas… ni hoteles, ni restaurantes, ni nadie que nos esperara o nos siguiera por la calle intentando vendernos nada. En definitiva, un trocito de la India más profunda, que sigue anclada en el tiempo y a sus tradiciones más ancestrales. Una joya para el viajero que busca experiencias auténticas.

Así que, además de visitar sus “highlights”, invertimos bastante tiempo simplemente paseando por sus mercados y perdiéndonos por sus calles. Así conocimos a varios vecinos del barrio; la señora del puesto de verduras, al sastre, al señor que plancha, al lechero que reparte usando su bicicleta. Además aproveché de afeitarme por 70 céntimos (la mejor afeitada del viaje), y buscar a un costurero que me arreglase los “pantalones de explorador” al que finalmente, después de 15 años, se le rompieron las rodillas…  

La santidad de la ciudad se origina de una leyenda mitológica hindú que narra como, al momento de la creación, cuando el universo sólo consistía en un inmenso océano de leche, semidioses y demonios se retaron a una carrera por hacerse con el néctar de la vida eterna que apareció del fondo del océano. Lord Vishnu, protector del universo, se hizo con la jarra o “kumbh”, conteniendo el preciado “amrit” y se dirigió al cielo perseguido por los demonios. En su huida fue interceptado en cuatro puntos, derramando una gota en cada uno de estos cuatro sitios, que a partir de entonces pasaron a ser santificados por la presencia del néctar de la vida eterna. El nombre de estos lugares, en la India contemporánea, son; Hardwar, Ujjain, Nasik y Allahabad.

Como durante su huida al cielo Lord Vishnu fue protegido por los dioses de Júpiter, el Sol, Saturno y la Luna, este episodio épico se conmemora en forma rotativa en las cuatro ciudades sagradas coincidiendo con un alineamiento específico de estos cuatro planetas. Aproximadamente cada doce años el Kumbh Mela vuelve a celebrarse en el mismo lugar (el último Kumbh Mela en Ujjain se celebró en 2016). Durante el período que dura el festival, millones de peregrinos acuden al río Shipra, que cruza la ciudad, animados por la creencia de que bañándose en sus aguas, convertidas divinamente en “amrit” durante el tiempo que dura el alineamiento de los astros, les salvará del sufrimiento que conlleva el ciclo de reencarnaciones, ganando así una vida eterna en el cielo, evento conocido como “moshka”.

Así que, como era lógico, nuestro lugar predilecto de la ciudad fueron los “ghats” (escalinatas)del río, al cual acuden durante todo el año peregrinos provenientes de todo el país. Especialmente interesante son las mañanas y el atardecer, cuando el sol da una tregua y las familias acuden a hacer sus abluciones y darse un baño sanador. Aquí nos pasamos varias horas viendo la vida fluir, abducidos por el ritmo del río y los peregrinos, transportados a un tiempo ancestral alejado del ritmo frenético de la vida del siglo XXI. Aunque, como internet y los smartphones han llegado a todos los rincones del mundo, aquí también fuimos testigos de la verdadera fiebre que existe en India por hacerse selfies para luego colgar en las redes. Muchas de estas fotos nos tuvieron de victimas, y seguramente ahora mismo estamos en el Facebook e Instagram de miles de personas en India J. Más adelante haremos una entrada con una selección de las mejores anécdotas y selfies acumulados durante el viaje… será difícil elegir entre tantas fotos!

Pero además de esta particularidad mitológica relacionada con la celebración del Kumbh Mela, Ujjain es doblemente sagrada por albergar uno de los 12 “jyoti lingam” de India… preparaos para la explicación de lo que esto significa, porque el tema tiene “miga”; resulta que, según la mitología hindú, estos 12 lingam (figura fálica, comúnmente de piedra, que representa el poder de la creación asociada al dios Shiva, y que es el centro principal de adoración de los seguidores en los templos dedicados a esta deidad) aparecieron de forma espontáneaen doce puntos distintos, desperdigados dentro de la vasta geografía de India. Dado su origen divino, estos lingam desprenden corrientes de “shakti” (energía creativa asociada a las deidades femeninas) por si solos, a diferencia de los lingam investidos ritualmente por los sacerdotes (brahmines) mediante complicadas y eternas ceremonias.

Es decir, estos lingam son adorados y adulados hasta la saciedad por todos los seguidores del dios Shiva, un dios asociado a la destrucción, incluidas mujeres y parejas que desean procrear (¿alguien ve alguna contradicción en esto?). Durante el ritual, el lingam es bañado con agua santa, pintado, adornado con hojas y flores, humectado con aceites y aromatizado con incienso… es difícil de entender, incluso cuando se ha observado cientos de veces…

El asunto es que el “jyoti linga” del templo Mahakaleswar de Ujjain es objeto de adoración y motivo de largas peregrinaciones de los seguidores de Shiva de todo el país. Por eso son millones las personas que se acercan a este templo cada año, el cual está protegido bajo un férreo control que no permite ingresar teléfonos ni cámaras, y está organizado como un interminable laberinto de pasillos que tienen como objetivo ordenar a la gente, para evitar estampidas, hasta llevarles frente al lingam, al que tienen que mirar de lejos mientras le rezan y lanzan flores… llega a tal punto la locura por poder ver el lingam, que su imagen es transmitida en vivo y en directo por un canal de televisión de Ujjain mientras los sacerdotes del templo lo agasajan con las flores y ofrendas dejadas por los peregrinos… es que el fervor y la fe de los hindúes no tiene límite ni parámetro (ni sentido de la vergüenza o ridículo) con nada que se conozca en Occidente. 

No tenemos fotos de nuestra visita, a excepción de la foto que abre esta entrada, en la que aparecemos con la frente pintada con el símbolo de protección de lord Shiva. Esto y la “camiseta oficial” del peregrino al templo, la cual me llevo de recuerdo. 

Ujjain también nos obsequió la oportunidad de presenciar la ceremonia de Aarti (bendición) más espectacular que hayamos visto en India… en el templo de Harsiddhi, dedicado a la diosa Annapurna, tienen la costumbre de encender cada tarde los candelabros que cubren la superficie de dos grandes pilares que adornan el patio del templo, creando dos enormes antorchas que iluminan el cielo. Pero, como hablamos de India, la cosa no es tan sencilla. Resulta que el proceso de preparación implica que varios trabajadores (cuatro en total) deben escalar por los pilares armados con jarras a rebosar de aceite con las que van rellenando los candelabros, uno por uno… en el proceso, toda la torre se cubre de aceite, y la operación se vuelve aún más riesgosa. 

Pero lo más increíble es que el encendido de los pilares se hace manualmente; cada trabajador escala a la punta de uno de los pilares llevando un palo, a modo de fósforo, con el cual va prendiendo las mechas… deben hacerlo lo más rápido posible para no quemarse, y de forma ordenada para no cerrarse el paso para bajar. Algo increíble de ver, al igual que el fervor y felicidad con la que los fieles admiran la belleza del espectáculo. Tuve la oportunidad de hablar brevemente con uno de estos trabajadores, cuyo nombre no recuerdo, quien me comentó con enorme orgullo que llevaba 26 años haciendo este trabajo, sin faltar un día, y sin haber tenido ningún accidente hasta el día de hoy. Un verdadero milagro!

Hemos colgado dos vídeos que se pueden ver desde estos enlaces:

Finalmente dejamos Ujjain con un calorcito especial en el corazón, agradecidos de haber podido atesorar vivencias tan especiales y  entrañables de un trocito tan pequeño pero representativo de la vida, fervor y tradiciones de este inconmensurable país que es India.

Hasta la próxima entrega!

Michel

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