Hace ya algunos días que hemos dejado atrás el estado de Tamil Nadu, y no queríamos dejar pasar más tiempo para compartir con vosotros nuestras principales impresiones de esta región del sur de India.
Después de haber visitado muchos de los estados del norte y centro de India, lo primero que se me ocurre decir es que esta India, que he conocido en este corto pero intenso viaje por Tamil Nadu, me parece la más auténtica, genuina y apasionante entre las muchas Indias que existen en este gigantesco país.
La intensidad del fervor y espiritualidad de su gente, manifiesta a cada momento del día, su tremenda y sincera hospitalidad hacia el extranjero (siempre con una sonrisa en su cara!), y la autenticidad de su cultura y tradiciones, eran desconocidos para mí.
En algo menos de dos semanas pudimos ver, visitar y participar de un montón de actividades propias de la vida de la gente de esta tierra, en gran parte gracias a la ayuda de nuestro conductor Bassa, quien se esmeró por mostrarnos lo mejor de su región y su gente (¡que gran acierto fue el contratarle en el último minuto!).
Así pudimos visitar una docena de impresionantes y valiosos templos hindúes, varios de ellos de más de mil años de antigüedad y declarados Patrimonio de la Humanidad. Hasta donde sabemos, es el único estado de India que permite la entrada de no-hindúes a sus templos, por lo que la experiencia fue doblemente especial para los tres. Pero también visitamos otros cuantos templos menores, de los pueblos y aldeas que nos cruzamos en el camino, mucho más humildes, pero igualmente sobrecogedores.
En nuestro periplo pudimos además visitar varias aldeas de campesinos, observar la lucha tradicional con palos de Tamil Nadu, acompañar a la gente durante su trabajo en los arrozales, o durante su actividad diaria. Así redescubrimos muchos viejos oficios largamente olvidados en el primer mundo, como el lechero ambulante que va de casa en casa vediendo en su bicicleta, el señor que plancha la ropa a sus vecinos usando una plancha a carbón, la familia que recorre los caminos del estado vendiendo zumo de caña de azúcar preparado con una prensa portátil montada sobre su carreta, o el sastre ambulante que anda con su máquina de coser soldada en la parrilla de su bicicleta… y, pesar que a priori puede resultar chocante observar esta aparente pobreza, todo el mundo parece vivir las circunstancias que le ha tocado vivir con una naturalidad y una felicidad que son una lección de vida para los que venimos de los países ricos.
Son muchísimas las imágenes que quisiéramos guardar y, aunque es imposible retenerlas, esperamos que al menos una pequeña parte se quede grabada en nuestra conciencia y nos acompañe siempre… y así pensemos dos veces antes de enfadarnos o frustrarnos ante cualquier pequeño problema u obstáculo de nuestra vida privilegiada. Por todo esto, hemos dejado Tamil Nadu con una cierta sensación de nostalgia, pero también agradecimiento por habernos permitido vivir una experiencia tan intensa y significativa.
Hola xicos, que bien que se lo estan pasando… cuantos descubrimientos y experiencias….!
a ver si nos vuelven envueltos en una sabana naranja y con un punto en la frente…. o a lo mejor se quedan… :o)
Bueno, que lo disfruten mucho! que aprovechen de la autenticidad, espiritualidad y de la gente que hace de este país un lugar muy especial.
fuertes abrazos
Hola Loic,
pues igual nos ves llegar vestidos de naranaja y con un punto en la frente… o al menos con un cargamento de incienso para combatir el olor a «maría» de la escalera de la finca 🙂
Un abrazo a los cuatro desde Kerala!
Michel
jijiji….. pues se habrán ido de vacaciones los vecinos. Acabo de volver al piso para unos 5-6 días y, por tan increible que pueda parecer, … de momento ya no huele a Maria! :o)
Nos vemos pronto. Abrazo
pues entonces aprovecha de entrar a su piso y confiscarle toda la mercancía!