Baño de ternura junto a Ganesh

Seguimos recuperando historias que se nos han ido quedando en el camino. Hoy queremos compartir con vosotros algo extraordinario que tuvimos la suerte de vivir…. resulta que, coincidiendo con nuestra estancia en Kushalnagar (al costado de los asentamientos tibetanos), tuvimos la oportunidad de visitar una reserva de animales, especialmente de elefantes, llamada Dubare Elephant Camp.

La reserva está situada en una península, a orillas del río Kaveri, y en ella hay unos 100 elefantes salvajes, además de tigres, “bisontes de la India”, alces, jabalíes, varias especies de monos y un montón de aves… además, dentro de la reserva hay un lodge de un perfil ecológico, muy sencillo, pero con la ventaja de estar en medio de la selva. Junto al lodge existe un pequeño poblado, donde habita la gente nativa del lugar, expertos adiestradores de elefantes (los “mahout”), quienes entrenan y cuidan de una docena de elefantes domesticados que usan para desfiles reales y poca cosa más.

Cada mañana, el lodge organiza para sus huéspedes una sesión de baño de los elefantes, a orillas del río… a través de contactos de trabajo, logramos ser invitados a participar y, como os podréis imaginar, la experiencia fue alucinante. Uno a uno los elefantes fueron llegando al río, cada uno con su mahout sobre su cuello, conduciéndolos como si nada, únicamente con la presión de sus talones detrás de sus orejas, y con alguna que otra instrucción, eso sí, desprendiendo una comunicación muy estrecha… una vez en el río, la costumbre y un par de instrucciones del conductor bastaban para que el elefante se tumbara de costado y se dejara tocar y restregar por la docena de visitantes, que no podíamos creer la suerte de estar viviendo un momento tan mágico.

Poco a poco, elefante tras elefante, fuimos ganando más confianza y seguridad, y nos fuimos acercando cada vez más a estos enormes pero pacíficos animales, que no dejaban de mirarnos por el rabillo de sus pequeños ojos… la verdad es que la sensación de estar tan cerca suyo es indescriptible, mágica, y muy especial. Hasta podíamos sentir el aroma de su piel, dura como un cartón, pero a la vez tersa en su trompa, siempre cubierta de unos pelos gruesos y cortos que no se ven si no los tienes tan cerca.

A pesar del entusiasmo e incredulidad de Pau, al verse tan cerca de estos animales tan formidables, lo cierto que esta vez quien más gozó de la experiencia fue Mónica. Apoyada sobre su cabeza o cuello, se le veía susurrándoles al oído, y dándoles calor y amor con sus manos sobre su frente y trompa. Está claro que tiene una conexión especial con estos animales, y ellos con Mónica, a juzgar con la carita de ternura y pasividad con la que la miraban. … muy lindo de ver.

A pesar del alboroto que montaron las familias indias que participaban en la actividad, los elefantes no parecían nerviosos, aunque cada vez que se movían para acomodarse, o para darse la vuelta y tumbarse sobre el otro lado, era difícil no hacerse a un lado con algo de miedo en el cuerpo… mal que mal, el pisotón involuntario de un elefante podría triturarnos un pie o algo peor!

Al final de la sesión de baño, cada elefante se fue a “desayunar”, no sin antes desplegar sobre sus admiradores una espesa lluvia de agua impulsada desde su poderosa trompa…  Pau y Mónica acabaron empapados de pies a cabeza, pero con el calor que hacía, la ropa no tardo en secarse, y luego volver a mojarse de sudor. Es que durante todo el viaje nos ha acompañado un intenso calor, y este sitio no ha sido la excepción.

Tras el baño tocaba la sesión de alimentación, en la que podíamos comprar unas especies de galletas de pasto especial, rellenas con algún tipo de cereal, preparadas por los mismos mahout, que tienen montado el negocio. Armados con esta especie de empanadas vegetales, podíamos animarnos a dar de comer a los elefantes, directamente en la boca, o en la punta de su juguetona trompa. Otra gozada de experiencia que aprovechamos para seguir achuchando a  nuestros nuevos amigos.

Tras más de dos horas de actividad, llegó la hora de dejar tranquilos a los elefantes y volver de este sueño a la realidad…. Pero, como fue tanto lo que nos gustó, nos las volvimos a ingeniar para poder volver dos días más tarde y poder repetir la experiencia… de esa ya no les contamos más para no aburrirlos! Sólo aprovechamos de dejaros dos vídeos para que veais en imágenes en qué consistía esto que os hemos contado hoy.

Vídeo 1: https://youtu.be/QuoRyPiE_Ws
Vídeo 2: https://youtu.be/a0gJji3j_GM

Que disfrutéis!

Un abrazo,

Michel

Hola! soy Mónica, y me he colao’ en este relato solo para compartir con vosotros la inmensa y profunda alegría que sentí teniendo tan cerca a estos elefantes…nunca pensé hacer algo así, y me siento muy afortunada. Me gustaría agregar que en el primer baño, compartimos la experiencia con un grupo de viajeros indios, quienes se pusieron a cantar espontáneamente una canción a Ganesh, fue muy emocionante, de esos momentos que el corazón guarda y agradece.

Y también me gustaría hacer una mención sobre Michel, que estaba como un niño pequeño, con carita de asombro, dando pequeños gritos cuando el elefante se movía, y con una sonrisa constante… y con el mismo brillo en los ojos que los elefantes, ha sido un regalazo del universo!

Besos voladores!