Portugal – Agosto 2013

El verano de 2013 tuvimos la buena idea de viajar a conocer Portugal en familia, motivada por el viaje previo de Mónica y Michel, en Abril, por motivos de trabajo. En ese viaje a Lisboa quedamos enamorados de la ciudad, de su ambiente destendi,do, su rica comida y su gente tan amable y alegre.

Así que nos pusimos a buscar una familia con la cual intercambiar, con tan buena suerte que terminamos cerrando un intercambio con una familia entrañable de una pequeña ciudad llamada Caldas da Rainha, situada a unos 90 kilómetros al norte de Lisboa.

Allí nos recibieron con mucho cariño y generosidad Jaime y Celia, y sus hijos Sara y Rodrigo. Después de compartir un par de días todos juntos, tiempo que usamos para ubicarnos en la ciudad y conocer sus alrededores, y para comenzar una amistad que perdura hasta el día de hoy.

Aunque este primer viaje no fue muy largo, apenas unos 12 días, los aprovechamos muchísimo, en gran parte gracias a que Celia nos dejó su coche para movernos. Así pudimos conocer lugares tan encantadores como Tomar y su castillo (Patrimonio de la Humanidad), Obidos y su ciudad amurallada (Patrimonio de la Humanidad), Alcobaça y su monasterio (Patrimonio de la Humanidad), la hemosa Sintra y algunos de sus parques y palacios, la Península de Peniche y el famoso lugar de peregrinación de Fátima. Además conocimos, y disfrutamos mucho, de un montón de playas como Foz de Arelho, Nazaré, Sao Martinho do Porto y Baleal, nuestra favorita!

Quizás si uno de los recuerdos más bonitos de ese primer viaje fueron del día en que participamos de las fiestas medievales preparadas en Óbidos, en la que nos disfrazamos y gozamos de las recreaciones hechas de todo tipo de actividades propias de la Edad Media, todo con mucho gusto y muy reales… inolvidable!

Y, como no, destinamos todo un día para visitar Lisboa, el que alargamos todo lo que fue posible para visitar sus sitios más icónicos como la Alfama, el Castillo de San Jorge, Belém, el parque de Estrela y muchos otros sitios… por supuesto que el mejor recuerdo de Pau fueron los tranvías de la ciudad, especialmente el número 28, que atraviesa la ciudad de extremo a extremo. Incluso fue tanta su afición e interés, que finalmente uno de los conductores lo invitó a conducir el tranvía en su lugar… una experiencia inolvidable para él y los papás (y los turistas a bordo del tranvía :-))

Hay mucho más que contar… volveremos con más muy pronto…