Tras un largo y caluroso verano, por fin en Septiembre pudimos salir a tomar unas vacaciones en familia… nuestro primer, y de momento único, contacto con África. Aunque aquel fue un viaje corto, de sólo 10 días, lo disfrutamos mucho por ser nuestro primer viaje juntos a un país «exótico» como Marruecos.
Comenzamos, como no, recorriendo todo lo que pudimos en la Medina de Marrakech, donde pudimos comprobar como nuestra vida diaria, en nuestro barrio del centro de Barcelona, había enseñado a Pau a moverse y sentirse seguro entre gente de otras culturas, que hablan un idioma diferente, que visten de un modo distinto y que tienen costumbres muy diferentes a las nuestras. Fue una linda sorpresa verle desenvolverse con soltura por las estrechas calles del caso antiguo de la ciudad, paseando entre el bullicio de los vendedores y sus clientes, entre carretas tiradas por burros, motos, y mucha, mucha gente.
Antes de regresar, tuvimos tiempo de viajar hasta la costa, a Essaouira, donde disfrutamos de la brisa marina y los encantos de esta pequeña y entrañable ciudad.
Más en camino… pero de momento podeís ver las fotos desde aquí