Los Hamer, una ventana a la Etiopía más tribal

Tras visitar a los Dassanech, ese mismo día por la tarde teníamos concertada la cita con un guía local, que se hace llamar Doctor Hamer, para hacer la visita a uno de los poblados de la etnia Hamer. Sin exagerar, creo que son una de las etnias más conocidas y fotografiadas del sur de Etiopía, tanto por su gran población, unos 600.000, como por ser los más abiertos y sociables, y como no, por la gran presencia y belleza de su personalidad y decoración corporal.

 

 

 

 

 

Ya desde la llegada a Turmi les habíamos visto caminando por la carretera…veías a la distancia una silueta con un andar majestuoso, orgulloso, y en la medida que te acercabas apreciabas su porte, siempre muy esbelto y altivo…los hombres luciendo unas largas piernas tapadas por una corta tela y decorados con collares y con alguna cinta en el pelo, muchas veces acompañados por una kalashnikov terciada. Lo que siempre llevaban era el “borkoto”, una almohada de madera, que usan tanto para apoyar la cabeza y así no estropear sus elaborados cortes de pelo,  como también para sentarse a modo de sillín. Por otra parte, sus mujeres se ven deslumbrantes vistiendo unas faldas de pieles de animal y decoradas con cuentas de colores y/o caracolas marinas, mientras que el torso lo llevan apenas cubierto por una suerte de collar, a modo de babero también de piel… aunque lo más llamativo son sus pelos, con ese color ocre y con los peinados más espectaculares vistos hasta ahora…se saben atractivos y lo demuestran con su actitud. Siempre saludan y se les ve muy naturales, sabiéndose en su territorio.

 

 

 

 

 

Ya veníamos escuchando desde Etiopía del norte que la visita para conocer al pueblo Hamer es la más solicitada. Por lo mismo, quisimos intentar tener una experiencia no tan masiva y fue la principal petición hecha a Doctor Hamer. Cuando nos dijo que esa tarde, en una aldea bastante alejada de Turmi, se celebraría la parte final de la ceremonia del “Ukuli buma” o salto del toro (bull jumping), la verdad es que nos costó creer que podríamos tener tanta suerte y no ser timados. En cuanto se lo contamos a Yohannes, nos pidió el móvil del guía para cerciorarse de que no nos estaban ofreciendo un producto turístico sin más.  Con su aprobación, ya dimos rienda suelta a nuestra alegría, pero sin dimensionar a cabalidad la experiencia que viviríamos en las próximas 7 horas!

De camino a nuestro destino, al salir de Turmi pudimos ver dónde se había montado esta ceremonia para los turistas… casi no podías contar los Land Cruiser aparcados fuera de la aldea! Pudimos sentir un pequeño sobresalto en nuestros corazones al saber que veríamos algo especial y más íntimo. Algo ingenuos fuimos, ya que de entrada esta ceremonia de íntima no tiene nada y luego, para poder acceder hasta el lugar del poblado tuvimos que sortear muchos forados en una huella que parecía que no acababa nunca, muchas partes del camino se hacían por lechos secos de ríos, y así cada vez nos perdíamos más y más…es una sensación maravillosa, de gran incertidumbre, de confianza plena en aquel guía que has conocido instantes antes. Con Michel siempre nos sentimos seguros, razón por la cual Pau durmió profundamente durante esa hora de camino, sin duda una buena medida para sostener luego el impacto de la experiencia…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mientras Pau duerme os explicaré un poco quiénes son los Hamer. Es un grupo étnico que vive en el sur de Etiopía, al este del río Omo y al sudoeste del Parque Nacional Mago, cerca de la frontera con Kenia. Se dedican mayoritariamente a la agricultura y al pastoreo, y son considerados uno de los pueblos más tradicionales. Se caracterizan por elaborados peinados, decoración y marcas corporales, y por vestir muchos abalorios, tanto mujeres como hombres. La decoración de cada individuo está relacionada con su rango social… huele a castas y algo de ello hay. Esta etnia no practica la ablación en las mujeres. Los Hamer son polígamos.

 

 

 

 

 

Quién sabe si el hecho de no sufrir la ablación hace que este pueblo muestre tanta sensualidad en sus movimientos, de hecho, antes del matrimonio está permitido el amor libre y para ello hacen muchas fiestas donde el despertar sexual se vive de forma muy natural… esa vibración y desenfado se percibe y es grato. La fidelidad estricta sólo empieza con el matrimonio, y sólo es estricta para la mujer, ¡la poligamia es sólo para los hombres!

 

 

 

 

 

 

 

Las mujeres casadas llevan dos collares de metal al cuello… la mujer que además de éstos lleve uno de cuero con una especie de cuerno en la zona central, es la primera mujer, la “principal”, y recibe un estatus diferente dentro del clan. El peinado también marca el estado civil; las que llevan las mini trenzas, embetunadas de arcilla y grasa, hacia adelante, están casadas. En cambio, las solteras llevan la frente libre, como signo de disposición. Al verlas te quedas de piedra, son tan enigmáticas y con un gran desplante. Algunas veces tienen escarificaciones en el cuerpo, que en las mujeres simbolizan una sensualidad muy deseada por los hombres. ¿Cómo se las hacen? Pues se hacen cortes, heridas en la piel, y luego se las cubren con cenizas para asegurar una infección y así la posterior cicatriz prominente. Increíble, no? En el caso de los hombres las escarificaciones simbolizan valentía, ser un guerrero. Antiguamente no se permitía que un hombre las tuviera sin haber matado a un enemigo, pero ahora se puede si el sacrificado es un animal, ¡menos mal!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y cuando la última parte del camino era de un bamboleo incesante, se despertó Pau y de pronto apareció ante nuestros ojos una explanada enorme en el lecho del río que veníamos siguiendo, en la cual, bajo unos cuantos árboles majestuosos, se veía mucha gente agrupada…a la derecha del grupo, en la parte alta, se veía el poblado. Así como nos fuimos aproximando, nos fuimos dando cuenta que desde el poblado se escuchaban unos ruidos de cascabeles, trompetas y gritos que fueron ganando intensidad, hasta que de pronto, en medio del polvo, vimos un enorme grupo de mujeres bajando hacia el grupo bajo los árboles.

Aparcamos a una distancia prudente y nos aproximamos hacia el árbol principal. Me gustaría comentar que la cara de Yeshiwas era notable; él nunca había visto esta ceremonia, y como etíope “civilizado”, de los que viven en la capital, esto le parecía muy salvaje. Estaba impactado. Durante un buen rato fuimos los únicos blancos, hasta que llegó un grupo de dos parejas de jóvenes italianos… lo de ser blancos, como ya os he contado, se nota mucho, o más bien, tú lo notas… para ellos eres un moco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ceremonia del “Ukuli buma” dura tres días, y lo que nosotros veríamos siempre ocurre al atardecer del tercer día, cuando el sol se pone, nunca antes, pues es reconocido como el momento crucial. Esta ceremonia marca el paso a la adultez de los chicos, y no tiene una edad definida, pues eso lo marca el jefe del clan, y el propio joven interesado en dar este paso decisivo. En ocasiones, el “joven” no lo es tanto, pues el evento tiene un coste que no es menor, y además deben darse varias circunstancias personales y familiares para poder realizarla… pero al final todos quieren pasar esta prueba porque sin ella un hombre no es merecedor de una mujer y no puede casarse…

 

 

 

 

 

Y aquí la historia de nuestro guía, Doctor Hamer, viene como anillo al dedo para explicar lo complicado y caprichoso que puede ser el tema. Resulta que desde hace años el gobierno de Etiopía, buscando la manera de “civilizar” a las tribus del sur, logró convencerles de que cada familia enviase al menos a uno de sus hijos hombres a estudiar a la capital de la región (Jinka), de manera que pueda aprender a hablar y leer amárico, y todo el resto de las asignaturas que luego le permitiría ir, poco a poco, ayudando a transformar la cultura y devenir de su tribu.

En el caso de la familia del Doctor Hamer, su padre, que le consideraba el más débil entre sus hijos hombres, le eligió a él para ir a la escuela de Jinka. Así es como, nuestro guía acabó la primaria, luego la secundaria y finalmente terminó su carrera de técnico sanitario en Addis Abeba, y sólo luego de todos esos años de estudios regresó a Turmi donde finalmente se convirtió en uno de los fundadores de la asociación de guías Hamer en Turmi. Sin embargo, a pesar de su “reencuentro” con su pueblo, ahora Doctor Hamer es considerado medio mestizo, y se ve bastante incapaz de pasar por la prueba del salto del toro y reunir la dote de animales necesaria para la familia de la novia… además, para colmo, resulta que su hermano mayor tampoco la ha pasado y, según la tradición Hamer, debe esperar a que éste la pase para él tener su oportunidad… así que el horizonte del Doctor Hamer se ve bastante gris, y puede que finalmente se quedé soltero, o se case con una mujer de otra tribu, o con una mujer Hamer de ciudad…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Volviendo a la “fiesta”, resulta que lo que veíamos bajo el árbol era el grupo hombres encargados de los preparativos del evento, especialmente los que ya han vivido en carne propia el ritual en los últimos meses, y vienen a acompañar al joven elegido. Tras pasar la prueba, la tradición manda que los chicos deben estar un período de 3 meses lejos de su aldea y familia, viviendo básicamente en el bosque y alimentándose de carne, leche y miel. Sólo después de este período podrán regresar y tomar esposa, cuya elección ya está acordada desde el día en que se realiza la prueba del salto del toro. Una de las pocas apariciones públicas de estos jóvenes iniciados que está permitida es durante la ceremonia de otro chico, en donde tienen un papel muy importante en todo el ritual. Para ello, se pintan las caras con esmero y beben un té en calabazas. Algunas mujeres también se pintan, de hecho, el ambiente era tan festivo que invitaron a Pau a pintar su cara.

La parte de las mujeres en esta ceremonia es la más vistosa y brutal. Acuden todas las mujeres familiares del joven en cuestión y también amigas del clan. Llevan bajo las rodillas una tira de cuero de la que llevan colgando unos cuantos cascabeles y que, al saltar o simplemente caminar, hacen ese ruido que escuchamos al llegar y que nos acompañaría durante las próximas 5 horas. Esta vibración y sonido hace que el grupo de mujeres entre en una suerte de trance, siguiendo un “baile” que no acaba nunca pues se van turnando para darse relevo…

 

 

 

 

 

De pronto una de ellas sacó algo parecido a una corneta de metal y entonces, en medio del movimiento, se plantó frente a uno de los chicos iniciados y, encarándolo y mirándolo a la cara, tocó la corneta dando la impresión que esperaba algo de él…el chico se hacía el tonto, sin mirarla, cuando de pronto, y ante la insistencia de esta mujer y de otras muchas que comenzaron a increparlo, le dio un tremendo “latigazo”, o mejor dicho un “varillazo” con una vara de madera muy fina que llevaba… el ruido fue brutal, algo pareció quedar congelado en la atmósfera, o al menos en mi cabeza ante tremenda violencia. Recuerdo haber buscado la cara de Pau y, al verle impactado pero tranquilo, pude soltar la respiración contenida.

Todo es tan rápido que, sin ni siquiera haber hablado con Michel vino otro latigazo y otro… No a la misma mujer, sino que, a muchas otras, pues todas lo pedían a diferentes jóvenes iniciados que repetían el ritual de, primero resistirse para luego, ante la insistencia, dar el golpe. De pronto, nos dimos cuenta de que el objetivo de esta práctica era hacer sangrar a las mujeres, hacerles heridas en la espalda, por lo que seguían pidiendo azotes de forma insistente. Esto continuó durante 4 horas, 4 largas horas. En momentos de descanso se podía ver como todas las mujeres tenían queloides de antiguas cicatrices, como también muchas heridas sangrantes.

 

 

 

 

 

 

 

Y todo esto ¿para qué? Pues para demostrar el amor de las mujeres del clan hacia los hombres y hacia el chico que haría el ritual esa tarde. En toda la tarde no escuchamos quejarse a ninguna de las mujeres, a pesar de la brutalidad de algunos de los golpes… era increíble ver, por un lado, cómo aguantaban estoicas cada azote,y por otro, cómo tenían las espaldas heridas y llenas de moscas. Ufff, ¿cómo dormirían esa noche? En fin, mi cabeza no da para esto, ni ahora ni entonces. De una manera extraña, sientes que eres una invitada y, como tal, estás invitada a presenciar un rito en el que no tienes arte ni parte…y desde ahí intentas disfrutarlo.

A pesar de lo incomprensible que resultan para nosotros los azotes que recibían estas mujeres, todo esto forma parte de un ritual milenario que se rige por unos códigos que no llegamos a comprender, pero no por ello carecen de valor o sentido para ellos. Esto quedó retratado cuando Michel, al enterarse de que toda esta celebración estaba organizada para que sólo “un” chico realizase el ritual, le comentó de forma despreocupada al Doctor Hamer algo así como “vaya fiestón se ha montado para una sola persona”. Con toda tranquilidad, y con una sabiduría ancestral, Doctor Hamer le respondió: “de qué te sorprendes… y ¿qué hay del espectáculo que montáis vosotros para una boda, cuánto montaje y dinero hay de por medio para dos personas que se aman? Sin duda, la mejor reflexión de esa jornada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luego de 4 horas de azotes, persecuciones y muchas risas, todos subimos hacia el poblado donde, en una especie de patio en medio de la aldea, las mujeres bailaron por cerca de una hora mientras los familiares del chico y otras personas importantes del clan comían, y  bebían cerveza artesanal directamente de sus grandes calabazas ahuecadas. A medida que el sol bajaba, nos llevaron hacia una zona aún más alta hasta donde habían llevado el rebaño de vacas de la familia del chico a iniciarse, alrededor del cual las mujeres comenzaron a bailar dando grandes semicírculos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Durante un momento sentí el tiempo detenerse, al menos en mi corazón, pues sabía que de no salir airoso del desafío el chico sería repudiado por todos, incluídas las  mujeres que antes le demostraban su amor a punta de azote y, por descontado, de su familia y la familia de su futura mujer. Sin embargo, el chico logró saltar por encima de las vacas las 4 veces requeridas, poniendo punto final a la celebración. Una especie de alivio y satisfacción nos invadió (yo creo que a todos los presentes), pues el chico ya podía ser considerado un hombre a cabalidad y podría casarse.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esa noche, porque se oscureció antes de comenzar el regreso, mientras Yeshiwas conducía entre baches de regreso a Turmi, nosotros tres estuvimos en silencio, asimilando la experiencia que habíamos vivido esa tarde mágica. Tardamos varias horas en comenzar a dimensionar lo excepcional de lo vivido, lo afortunados que habíamos sido de tener la oportunidad de vivir algo así, de una manera tan relajada y hasta amistosa (a pesar de la violencia y aparente brutalidad del ritual). Sin duda, ésta ha sido la experiencia más potente y entrañable de este viaje, y, por qué no decirlo, de nuestras vidas de viajeros. Aún hoy, al volver a mirar las fotos y escribir estas líneas, me siento invadida por una emoción tremenda que me remece. Es agradecimiento en estado puro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ah, antes que se me olvide, aquí les dejo las palabras que siempre preguntamos en la lengua local:
NAGAYAW: Hola!
FAYAW: Cómo estás?
VARJOEMI: Gracias (además de Que Dios te Bendiga)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Besos abisinios y tribales,

Mónica, la patiperra.

Esa tarde tomamos muchísimos vídeos, y aquí abajo os dejamos una selección de los mejores:
Mujeres siendo azotadas: https://youtu.be/wYL2UqMddt4
Mujeres siendo azotadas: https://youtu.be/FseAplPjV00
Michel jugando con niños: https://youtu.be/r_6djWmoltw
Mujeres bailando en aldea: https://youtu.be/jfaDJ7w10iU
Mujeres bailando en aldea: https://youtu.be/7qqDutQyP9M
Mujeres bailando en aldea: https://youtu.be/qBeJE35jgBs
De camino al salto del toro: https://youtu.be/F5rpVUAhHZQ
Últimos preparativos: https://youtu.be/6Ft_WyxxOoY
Último preparativos: https://youtu.be/XSv_TM2sdlw
Salto del toro: https://youtu.be/vCpqcg63EjY

 

 

 

 

 

 

 

2 comentarios sobre “Los Hamer, una ventana a la Etiopía más tribal

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