Visitando a los Dorze

Terminado el circuito por el norte del país, el que nos llevó a recorrer casi 3000 kilómetros de carretera en 20 días, y tras pasar 24 horas en Addis Abeba para recuperar fuerzas y lavar ropa, el 16 de agosto volvimos a coger carretera… esta vez enfilamos hacia el sur de Etiopía, una vasta región famosa por sus infinitas plantaciones de café, sus enormes lagos y parques nacionales acogidos dentro del famoso valle del Rift, y, sobre todo, por la presencia de las que probablemente son las tribus y minorías étnicas más genuinas de África, las cuales aún sobreviven al proceso de globalización y a la industria del turismo viviendo de una manera muy tradicional.

Para llegar hasta las tribus más auténticas hay que acercarse hasta el territorio fronterizo con Kenia y Sudán del Sur, una zona que se conoce como el valle del Omo, un caudaloso río que nutre las tierras de pastoreo de la mayoría de las más de 20 tribus del sur de Etiopía. Pero para llegar a esta región, a casi 1000 kilómetros de Addis Abeba, hace falta al menos 2 días de carretera, siendo la ciudad de Arba Minch el lugar más natural para hacer una pausa.

Arba Minch se encuentra en lo alto de una pequeña colina, desde donde se tiene una vista impresionante a los lagos Abaya y Chamo, los cuales en conjunto constituyen un enorme parque nacional donde habitan un montón de animales, incluyendo grandes grupos de hipopótamos y aún más cocodrilos del Nilo… dicen los lugareños que el lago Abaya, al ser salado, no tiene peces ni mucha vida, por lo que los cocodrilos que viven en el son extremamente agresivos debido a su permanente estado de apetito insatisfecho, así que decidimos que mejor lo evitábamos y en su lugar hacíamos un paseo en bote por el lago Chamo.

Así que para allá partimos, con la ilusión de ver a estos extraños y temibles animales desde cerca… y tuvimos suerte, porque encontramos a muchos de ellos descansando en una de las playas del lago, descansando satisfechos al sol después del desayuno, mientras pequeños pajaritos se jugaban su vida comiendo los restos de comida atrapada entre sus dientes… al verles de tan cerca no pude sentir un apretón de estómago al recordar el viaje en el Nilo, cuando durante mes y medio tuvimos que lidiar a diario con ellos… en el día en el agua, temiendo que en un arranque de hambre fueran a por el zodiac de goma, y en la noche yendo a dormir pensando que nada les impedía caminar los pocos metros que separaba nuestras tiendas del río (recuerdo que cada noche, durante la cena, les alumbrábamos con nuestras linternas y podíamos ver sus rojos ojos a ras del agua, con el hocico fuera del agua, en una postura que siempre me pareció amenazante pero que afortunadamente nunca fue a más…. por alguna razón los cocodrilos no atacan las tiendas de los faranjis por la noche, si no, no estaría escribiendo este blog J

Pero nuestra parada en Arba Minch tenía como principal objetivo el visitar a los Dorze, la primera de las minorías étnicas del sur del país, quienes viven en unas montañas cercanas a Arba Minch. A pesar de que los Dorze están bastante integrados al estilo de vida del resto del país, pues han dejado en parte el animismo para abrazar el Cristianismo Ortodoxo y han sido capaces de establecer una pequeña industria textil y un comercio basado en el turismo, este pueblo continúa conservando en grande medida sus tradiciones y estilo de vida. Un aperitivo perfecto para ir poniéndonos a tono para lo que nos esperaba durante los siguientes días más al sur.

Los Dorze son apenas unas 4000 personas, y viven a unos 3000 metros de altura, donde se han establecido hace al menos 500 años para librarse de los mosquitos que transmiten la malaria. Por esto, su territorio es frio y húmedo para las latitudes en que se encuentra, y parece que siempre se encuentra cubierto de una espesa bruma. Todo esto conforma un clima ideal para el crecimiento del tabaco, varios tipos de legumbres, verduras y frutas, que cultivan en cuidadas terrazas.

Sin embargo, lo más llamativo de sus aldeas es el peculiar estilo de sus casas, que parecen enormes colmenas, con techos que alcanzan hasta doce metros de altura. En una de las aldeas nos encontramos con Mekonem, el joven jefe de todos los clanes Dorze con pinta de rastafari pasado de vueltas, que nos ofreció visitar su aldea natal en compañía de uno de sus guías. Ahí nos explicaron cómo sus casas están hechas con una sólida estructura de mástiles de madera, separados por tabiques de bambú trenzado. Todas tiene una característica protuberancia en la parte delantera que parece una trompa, y dos respiraderos en lo alto que parecen los ojos de un elefante. La singular protuberancia no es otra cosa que la cubierta del vestíbulo que todas las cabañas tienen a la entrada, mientras los respiraderos constituyen una salida de humos, ya que el fuego se hace siempre en el interior. Al fondo está la gran sala principal con el fuego para cocinar en el centro y algunos asientos alrededor. Es el hogar propiamente dicho. A la derecha, una estancia separada por una división de bambú trenzado hace las veces de cuadra para las cabras y alguna vaca, mientras la estancia del otro lado es la habitación del matrimonio. Los niños duermen en la cocina o en el vestíbulo. La verdad es que por dentro son muy amplias y acogedoras, aunque siempre estás a oscuras y envuelto en el humo del fuego.

La enorme cubierta que desciende hasta el suelo está hecha de enset, grandes hojas de falso banano (planta endémica de la zona que se parece mucho a los plataneros). Son casas son realmente grandes, protegen perfectamente del sol y de la lluvia y, a pesar de su frágil apariencia, pueden durar más de cien años. El único problema serio que enfrentan es el avance de las termitas, que se van comiendo como a poco la madera, por lo que cada 10-15 años suelen cortar un metro de sus pilares de madera y trasladarlas de lugar. Por eso se ven casas muy grandes, indicativo de ser nuevas, junto a casas muy pequeñas, al estilo “Hobbit”, lo que indica que son muy antiguas. Gracias a su ligereza y sólida estructura, pueden ser trasladadas fácilmente de un sitio a otro, por lo que los Dorze son bien conocidos por ‘viajar con la casa a cuestas’.

En la aldea nos mostraron como la base de su alimentación es la planta del enset, de la cual utilizan absolutamente todas sus partes para diferentes usos… incluido el “kocho”, el sabroso pan tradicional de los Dorze que obtienen tras “rascar” las hojas del enset con un cepillo, dejar fermentar el zumo obtenido durante varios días bajo tierra, y finalmente cocinar la masa obtenida (una especie de queso) sobre una plancha metálica caliente sobre las brasas…. aunque parezca increíble, servido con miel (100% natural) o salsa picante, este pan es realmente sabroso y nutritivo (a juzgar por el buen aspecto de los Dorze). Como ocurre con todos los pueblos del mundo, los Dorze también fabrican su aguardiente, en este caso se llama “raki” o “Holly Water”, y se obtiene del destilado de varios cereales de la zona (avena, trigo, sorgo, anís y ajo) y suele alcanzar los 35º… acompañado de una buena dosis de kocho es más llevadero. El ritual del brindis indica que uno de los bebedores repite en voz alta cinco veces la palabra yo (yo-yo-yo-yo-yo), a lo que el resto del grupo responde con un contundente YOOOOOOOOOO en voz más alta aún. Para ver un vídeo de Mónica brindando con los Dorze, pinchar este enlace: https://youtu.be/HZMASdtAd-c

Debido a la presión demográfica y la escasez de tierras de cultivo, hace tiempo que los Dorze se vieron forzados a buscar otras fuentes de entrada de dinero, y han encontrado mucho éxito en la venta de sus tejidos de algodón. Los shama, unas túnicas de colores con dibujos geométricos, tienen fama de ser los mejores en todo el país, mientas que unos tejidos más gruesos (gabis) son más utilizados como ponchos o mantas. Aunque el tejido siempre fue una actividad realizada dentro del núcleo familiar, hoy en día los Dorze trabajan en cooperativas muy bien organizadas. Durante nuestra visita fuimos a conocer una de ellas, donde nos enteramos que curiosamente son los hombres quienes tejen en los telares, mientras que las mujeres sólo se dedican a hilar el algodón (además de llevar sus hogares, por supuesto!).

Aquí pueden ver un vídeo de una mujer Dorze enseñándonos a hilar el algodón (https://youtu.be/NpG-zSlMbTc), y otro de los hombres de la cooperativa tejiendo con sus telares (https://youtu.be/5m_y8LDOoy0)

Otra de las actividades en que están ocupados los Dorze es la cerámica, la cual dominan con maestría en la elaboración de las típicas teteras en las que los etíopes preparan su café, así como todo tipo de platos, fuentes, copas y figuritas menos tradicionales y más orientadas a agradar a los faranjis… aprovechando el buen rollo que tuvimos, Pau aprovechó de tomar un curso acelerado de cerámica, y terminó fabricando su propios plato… que al final, a pesar sus esfuerzos por cuidarlo, se terminó por romper porque no tuvimos tiempo de esperar a que se secara, ni mucho menos a cocerlo. Sin embargo, Pau se lo pasó en grande poniendo a prueba su coordinación y dotes artísticos.

Con todo, la visita a los Dorze nos dejó con muy sabor de boca, porque nos encontramos con un pueblo que ha sabido integrarse a los cambios y desafíos que les imponen desde del exterior, y lo han hecho manteniendo en gran medida sus tradiciones y modo de vida… parecen un pueblo feliz con lo que son y tienen, y eso se les nota en su trato al visitante.

Antes de acabar, les dejo algunas palabras que aprendimos de los Dorze (las mismas que fuimos aprendiendo de (casi) todas las tribus que visitamos durante los siguientes días):
Hola: Looo
Gracias: Thozimo
Bienvenido: Azzham
Hermoso: Loaza

Un abrazo y hasta la próxima entrega!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

4 comentarios sobre “Visitando a los Dorze

  1. Que delicia leeros y veros, Michel. En verdad una viaja con el corazón un poquito también al disfrutar de
    estos relatos tan entrañables.
    Abrazos apretados!
    Pilarín.

    • Gracias Pilarin!
      Para nosotros es un placer y una gran motivación escribir nuestras vivencias y reflexiones… nos lo planteamos como un gran libro de viajes que quede de legado para Pau, familia y amigos…

  2. Que lindo!! y que buen relato Michel, es como haber ido a una clase 😛 muy entretenida e interesante 🙂
    Recién me estoy poniendo al día con sus aventuras, les dejo muchos cariños!!!

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