Lalibela, la Ciudad Santa de Etiopía

Y llegamos a Lalibela…

La visita a esta ciudad medio escondida en las montañas, era uno de los objetivos más deseados de este viaje, mi referente más fuerte sobre Etiopía eran estas impresionantes iglesias talladas en roca emergiendo de la tierra…pero también había otro referente más personal, que era el reencontrarnos con Johannes, el dueño de la empresa de turismo que representa Michel en Europa. Johannes había visto a Pau por última vez con 5 años de edad, por lo que la ilusión era grande para todos.

Yohannes es nacido en Lalibela y actualmente tiene un lodge, en el cual nos recibió como en su casa, nos mimó muchísimo, y a Pau con especial cariño. En las sobremesas, era un auténtico placer escuchar las historias sobre su tierra y cómo ha visto cambios con el transcurrir de los años. Nos contó historias que parecían formar parte de las leyendas etíopes, pero no…eran parte de su recorrido personal de algo más de 60 años.

Nos compartió algunas historias personales y emotivas, una que nos impresionó especialmente era la que relataba sus aventuras para poder estudiar, él debía viajar al pueblo de Woldyia a 120 kms de Lalibela, lo hacía de a pie 6 veces al año, y caminaba descalzo, ya que no tenía zapatos…le llevaba dos días y una noche. De alguna manera, su historia la ves constantemente en la carretera, ya que aquí se camina mucho mucho…

Nos impresionó mucho también cuando recordó cómo empezaron a llegar los primeros viajeros extranjeros a Lalibela hace unos 50 años. Aunque parezca raro estos primeros viajeros no llegaban por tierra, porque no había caminos ( razón por la cual Johannes debía caminar a su escuela), sino que en aviones pequeños. Nos contó cómo el avión antes de aterrizar, pasaba sobre la aldea y lanzaba un paquete que incluía una carta que especificaba el número de “faranjis” que venían en el avión para así organizarse a nivel local. En su caso, su familia disponía de 2 caballos, con los cuales él corría para ser el primero en llegar a la pista y así poder transportar al menos a algún “faranji” al lugar de acampada, pues en esos años no existían ni pensiones ni hoteles! Y fue así, cómo le entró el bichito del turismo en la sangre! Hermosa historia ¿no? De ir sin zapatos a ser dueño de uno de los Tour operadores más grandes de Etiopía, y ahora el Lodge más exclusivo de su ciudad y, todo esto, sin perder su trato cercano y amable.

Volviendo al tema central de las iglesias de Lalibela, la imagen primera que me llevaré por siempre, es ver a la gente local, peregrinos vestidos con túnicas blancas abarrotando los patios de las iglesias…ninguna fotografía vista hasta ese día, como seguro mi escrito tampoco lo hará, te prepara para ser testigo de la fe cristiana de forma tan intensa.

La ciudad de Lalibela se encuentra a 2.630 msnm, en las montañas altas del norte de Etiopía, es Patrimonio Mundial y sin lugar a dudas una de las maravillas de este mundo…cuando contemplas sus iglesias, te sientes conectado a algo más grande, ¡es sobrecogedor!

En lo que hay coincidencia entre historiadores y la tradición local, es que las iglesias datan de la época del rey Lalibela (años 1181 y 1221) , pero para entender un poco más de este enclave, deberemos echar mano a las leyendas una vez más!

La leyenda local que nos explicó nuestro guía dice que hace unos 1.000 años, el rey Lalibela fue envenenado por su hermano y mientras estaba al borde de la muerte, fue llevado al cielo por los ángeles, y fue allí donde Dios le ordenó que volviera a Etiopía y recreara allí la ciudad Santa de Jerusalén.

Otra leyenda afirma que el rey Lalibela quería hacer una nueva Jerusalén para que los peregrinos cristianos no tuvieran que hacer el largo y peligroso viaje hasta la ciudad Santa.

Los creyentes etíopes también explican que todo el trabajo se completó en 23 años, y que fue posible porque cada noche la mano de obra humana era sustituida por mano de obra celestial. Sea como fuere, te sientes sobrecogida ante tamaña demostración de arte y fe, quedan patentes tanto la fortaleza e ingenio, como la perseverancia del ser humano.

Lo que te deja absolutamente ensimismada es el dónde están construidas: todas ellas bajo el nivel del suelo, y el cómo: no sólo talladas en la roca sino que también separadas de ella.

Las iglesias de Lalibela están divididas en 2 grupos, el grupo noroeste que tiene 7 de las 12 iglesias, y el grupo sureste con 4. Se completa el grupo con la icónica Bet Giyorgis que se encuentra separada y en un emplazamiento que permite contemplarla formando parte de la exuberante naturaleza del lugar.

La entrada al complejo es por el grupo noroeste, por lo que de golpe te encuentras con Bet Medhane Alem ( la Casa del Salvador del Mundo), impresionante por su tamaño y majestuosidad, se dice que es la iglesia excavada en la roca más grande del mundo, está rodeada por 34 columnas rectangulares que le asemejan a un templo griego. Aún recuerdo la imagen al asomarme y ver ante mis pies ese enorme templo de casi 12 metros de altura, cuyo techo estaba casi a la altura de mis ojos ! Sin lugar a dudas, lo que le otorga ese aire sagrado, es ver a sus fieles deambulando por las estrechas “callejuelas”.

Desde esta iglesia y conectada por un túnel se llega a Bet Maryam, consagrada a la virgen María. Es pequeña pero comparte patio con otras dos iglesias, y al ser la más popular congrega muchos peregrinos en el patio, regalando imágenes de gran belleza y sacralidad.

La entrada al grupo sureste está flanqueada por una muralla de roca, conocida como “camino al cielo”…es difícil de transmitir la sensación de estar caminando bajo tierra, por zanjas estrechas de roca y tener al lado ,y sobre uno, esos enormes templos…y el compartir peregrinaje con los fieles ataviados con túnicas blancas te hace sentir en otra época.

De este grupo, Bet Merkorios, nos ofreció una experiencia brutal y evocadora de muerte y renacimiento…tiene un túnel de 35 metros que la une a la iglesia Bet Gabriel-Rufael, y que según la tradición local representa el infierno y debe recorrerse a oscuras…nuestro guía antes de entrar en el túnel nos avisó de tener cuidado con las cabezas y que nos dejáramos llevar y sentir, luego apagó la linterna e iniciamos el camino…con unos pocos pasos recorridos, comenzó a “cantar” alguna oración y la vibración del sonido nos envolvió, la oscuridad era absoluta…lo recuerdo emocionada ya que Pau iba por delante de mí y de Michel, y fue un guía sereno que iluminó con su presencia nuestro camino. ¡Una experiencia hermosa!

Dejo para el final, Bet Giyorgis ( San Jorge), cuya imagen es el símbolo de Lalibela. Visualmente es perfecta, es una estructura de 15 metros de altura, con una forma proporcionada de cruz griega, que no tiene pilares interiores.¡ Una preciosidad!

Tuvimos la oportunidad de visitar el complejo más de una vez y así disfrutar de la energía del lugar y de sus peregrinos, quienes con su presencia y solemnidad, le dan ese toque mágico de sentirte transportada en el tiempo.

Como regalo, nuestro último día en Lalibela, que fue un domingo, nos fuimos con Michel a la misa de la mañana a las 6 am. Johannes fue con nosotros, para así asegurarse de que pudiésemos entrar, éramos los únicos faranjis ! Me faltan las palabras para expresar lo que se respira…ese día caía una llovizna suave y fina, en la oscuridad de la mañana veías figuras blancas por todas partes caminando hacia Bet Medhane Alem. Durante las dos horas que duró la misa, estuvimos de pie y pudimos descansar nuestros cuerpos en un par de bastones que nos acercó un monje.  Hay una atmósfera muy especial, muy sagrada…te ves sumergido en “cantos” que no entiendes para nada y la mente te hace pensar que no lo tolerarás, que será demasiado largo…pero hay “algo” que nos hizo conectar y sentir muy de cerca la vibración de lo sagrado del momento y fuimos literalmente transportados en tiempo y espacio…

Hemos quedado con la sensación, al igual que con Varanasi en India, de que es un lugar al cual apetece muchísimo volver…

Besos abisinios llenos de profundo agradecimiento.

Mónica la patiperra

 

 

 

 

 

 

         

 

 

4 comentarios sobre “Lalibela, la Ciudad Santa de Etiopía

  1. Se me saltan las lagrimas al leer tu relato, Monica. muchísimas gracias por compartirlo.
    Mi más sincera enhorabuena al cap de fila Pau en ese recorrido.
    Abrazos de corazón!

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